sábado, 25 de abril de 2015



LEAN: METODOLOGÍA APLICABLE AL SECTOR AGROPECUARIO?

Por: MSC. Edwin del Pozo Villacís
Abril 2015

Estamos conscientes de que las condiciones en las que se generan nuevos negocios ha cambiado radicalmente con el nacimiento de los avances tecnológicos. La computadora, el smartphone, la fibra óptica, etc. son las herramientas imprescindibles en los momentos actuales si se busca establecer una empresa, sin importar su tamaño, el sector al que pertenezca, etc.  De hecho, la agricultura no ha podido mantenerse al margen de estos cambios, a pesar de sus debilidades estructurales. 

En momentos que la mayoría de los consumidores disponen de una innumerable cantidad de alternativas de productos y servicios, que aparecen y desaparecen a una velocidad percibida conscientemente por pocos, muchas empresas aún se gestionan usando los detallados planes de negocio o la planificación estratégica, o lo que otros llaman "metodologías en cascada", que siguen un proceso riguroso que lleva tiempo y que apuntan a una inexistente certidumbre, porque solo descubriremos si el plan funciona o no, cuando pongamos el producto o servicio al alcance del consumidor.

En la actualidad han surgido en contraposición, las metodologías ágiles o agilismo. Para ciertos autores la metodología LEAN es parte de este agilismo, aunque el objeto de este blog no es dilucidar quién tiene la razón sobre sus origenes, aceptaremos los criterios que la vinculan con el agilismo. Las metodologías de desarrollo ágil están revolucionando la manera de hacer nuevos productos y proyectos de emprendimiento más rápido, a menor costo y con disminución de la incertidumbre.

La metodología tuvo sus orígenes en los talleres de la TOYOTA en Japón, donde Taiichi Ohno lo propuso al querer mejorar los procesos en su fábrica, luego de observar como sus competidores estadounidenses desperdiciaban materiales y recursos en su afán de "producir automóviles en masa". Quería producir en masa pero disminuyendo lo que la metodología denomina "desperdicios". Luego de la II Guerra Mundial, Toyota poseía bajos niveles de productividad que debían ser corregidos para la supervivencia de la empresa. Pero no fueron las visitas a los talleres de Henry Ford las únicas fuentes de inspiración para Ohno, sino los supermercados.

Se implementó una serie de cambios al modelo de producción en masa estadounidense debido a las difíciles circunstancias que vivía su país luego de la guerra, donde Toyota no podría darse el lujo de perder sus limitados recursos. Nació de esta manera la metodología Just in Time, que buscaba que los procesos estén atados y donde se produciría "solo lo necesario, en el momento justo y la cantidad exacta". Para ello era fundamental contar con acuerdos sólidos con los proveedores, pero además con la retroalimentación del consumidor. Aparecieron estas piezas clave en el proceso de mejora continua.

Con el avance de los estudios en la materia, se hicieron importantes aportes desde diferentes sectores. Y apareció el concepto Lean. El término Lean fue adoptado por JP Womack y Daniel Jones, quienes sin ser los pioneros en la materia, popularizaron esta "filosofía" gracias a sus libros "La máquina que cambió el mundo" y "Lean Thinking". Se estableció que la mejora continua superaba los principios del Just in Time y otras prácticas implementadas por Toyota.

El objetivo de Lean es "encontrar herramientas que ayuden a eliminar todos los desperdicios y todas las operaciones que no le agregan valor al producto o a los procesos, aumentando el valor de cada actividad realizada y eliminando lo que no se requiere. Por otro lado, sirve para implantar una filosofía de mejora continua que le permita a las compañías reducir sus costos, mejorar los procesos y eliminar los desperdicios para aumentar la satisfacción de los clientes y mantener el margen de utilidad". 

Durante mucho tiempo la metodología Lean fue utilizada mayoritariamente en el mundo industrial, siendo Eric Ries el autor que plantea la posibilidad de adaptarla al resto de las empresas, en su libro "Lean Startup". Si bien los aportes de Ries son interesantes y de vigencia actual sobretodo en el sector de la informática, intentemos rescatar las lecciones aprendidas de lo planteado por Ohno a la Toyota y analicemos si es posible su aplicación en el mundo agroempresarial.

Aparece el término "desperdicio". Dentro del proceso de optimización del flujo se evita generar 8 tipos de desperdicios que intentaremos vincular a la actividad agroempresarial:

1. SOBREPRODUCCIÓN: ocurre "cuando las operaciones continuas debieron ser detenidas o cuando se hacen productos de previsión, para stock, antes de que el cliente los pida". 

Son innumerables las ocasiones en las que observamos que el sector agropecuario y agroindustrial generan productos en demasía. Mientras en el país se siga produciendo sin una adecuada planificación, sin un conocimiento cierto del tamaño del mercado, sin un desarrollo de cadenas de valor, sin mejorar los accesos directos a mercados por parte de los productores, sin una coordinación entre los productores, intermediarios y los consumidores, esto no cesará.

2. PROCESOS EXTRA: se refiere a " operaciones extras tales como retrabajos, reprocesos, manejos de materiales innecesarios y almacenamiento debido a algún defecto, sobreproducción o inventario insuficiente".  

Uno de los procesos extra que genera serios inconvenientes en el sector agroempresarial es la intermediación durante la comercialización de productos. Este "desperdicio" perjudica a la gran mayoría de agroempresarios, sin importar su tamaño o actividad. Las pérdidas que se ocasionan post cosecha son otro gran problema en el que el agilismo podría tener algún impacto de ser explicado a los agroempresarios y que éstos lo implementen. Al ser un país principalmente productor de materias primas, con bajo valor agregado y poca transformación, éstas no pueden "almacenarse", por lo que el "desperdicio" es mayor.

3. MOVIMIENTO: este desperdicio "tiene dos elementos: el movimiento humano y el movimiento de las máquinas, cuya actividad está relacionada con la ergonomía del lugar donde se trabaja, afectando así la calidad y la seguridad".

En este desperdicio, los niveles se disparan hasta alcanzar cifras inquietantes. Las condiciones físicas en las que se trabaja en la agroempresa en la mayoría de Latinoamérica, no son las más convenientes. La seguridad del trabajador ha sido por siempre puesta de lado en función de los niveles de producción y de la inversión requerida. El desperdicio de movimiento humano se manifiesta de múltiples maneras, como por ejemplo los grandes desplazamientos a las zonas de trabajo, que realizan muchas personas a pie, con la invaluable pérdida de tiempo. Otro ejemplo en este sentido se da con la poca utilización de la tecnología para las tareas de asistencia técnica, cuando un técnico requiere movilizarse de finca a finca para atender a veces problemas que podrían ser consultados por video conferencia o llamada telefónica, lo que resta efectividad y eficiencia a su labor. Mientras en otros lados del mundo se realizan cirugías "vía satélite", en el agro aún se espera que el agrónomo o el veterinario lleguen a la finca para darle indicaciones básicas que podrían impartirse mediante un curso virtual.

4. ESPERA; "término aplicado en aquellos períodos de inactividad de un proceso ya que esta acción no agrega valor y a veces resulta en un sobrecosto del producto".

Mientras el campesino no se reconozca como agroempresario, seguirá desaprovechando las oportunidades que se desarrollan a diario. Al reconocer que su rol supera el mero hecho de producir algo, y que involucra la interacción con proveedores, socios y sobre todo consumidores, sus tiempos de espera van a ser revisados y posiblemente se reduzcan drásticamente. Al no desarrollar proactivamente por ejemplo una sana relación con los consumidores, muchas veces producirá algo que el mercado no exija, o a precios inadecuados para el cliente. 

5. TRANSPORTE: "se refiere al movimiento innecesario de materiales de una operación a otra sin ser requeridos".

La excesiva intermediación puede servir como un ejemplo para este otro desperdicio también. El innecesario desplazamiento diario de cientos de personas, camiones, etc., hace que el proceso productivo resulte ineficiente e inoportuno, puesto que encarece el producto y sin agregar en su mayoría valor agregado alguno.

6. CORRECCIÓN: se relaciona "con la necesidad de corregir productos defectuosos. Se compone de todos los materiales, tiempo y energía involucrados en reparar los defectos".

Los procesos correctivos en el agro incluyen a leyes, subsidios, planes y programas de asistencia técnica pública y privada, que han intentado solventar de manera temporal los graves problemas estructurales que posee la actividad. 

7. INVENTARIOS: "condiciones cuando el flujo se restringe en una planta y cuando la producción no está marchando a ritmo. La producción de inventario que nadie quiere en ese momento, desperdicia espacio y estimula daños y obsolescencias en los productos".

La escasa utilización del marketing agropecuario ha ocasionado millonarias pérdidas en el campo, miles de plazas de empleo mal aprovechadas o desperdiciadas. Uno de los principios del marketing que más frecuentemente se rompe es el de "producir lo que el mercado exige", lo que obviamente genera producciones con serios problemas de acceso al mercado, por calidad, precio, o a veces porque no es un producto o servicio demandado.

8. EL CONOCIMIENTO DESCONECTADO: "existe cuando se tiene una desconexión entre la compañía con sus clientes y/o proveedores".

La problemática del agro es agravada por este "desperdicio", puesto que pocos son los canales de comunicación establecidos entre los productores agropecuarios y los consumidores. Por ello se desconoce mayoritariamente sus necesidades, deseos y demandas.

Ante la pregunta con la que hemos titulado este blog, Lean y todas estas metodologías son aplicables al sector agroempresarial, por supuesto. Los tiempos modernos así lo exigen. 







jueves, 27 de febrero de 2014

LA FIDUCIA INMOBILIARIA: UN VEHICULO PARA INVERSIONES TRIBUTARIAMENTE ATRACTIVO.



Por Abg. Gustavo Ortega Illingworth, LLM, y,
Abg. Ana Cristina Veintimilla

La economía de nuestro país ha ido cambiando paulatinamente; en la actualidad estamos dolarizados y con una población de edad productiva en aumento.  La satisfacción de la necesidad de vivienda, garantizada por la Constitución como uno de los derechos principales de los ciudadanos ecuatorianos, ha sido asumida en gran parte por el sector privado ante el auge de demanda propiciado por la estabilidad económica proveniente de la dolarización y en respuesta a la poca iniciativa del sector público en generar ofertas.  Son estas circunstancias del mercado las que permiten avizorar que el negocio inmobiliario en el Ecuador seguirá siendo atractivo en el futuro para inversionistas y promotores y por ello nuevos actores aparecerán en el mercado para diversificar la oferta y competir con precios, por lo que el sector, en beneficio del mercado, enfrenta el reto de lograr eficiencia para que sus productos continúen siendo accesibles al mercado y no pierdan competitividad. 

Para alcanzar eficiencia, la adecuada estructuración del negocio inmobiliario pasa a adquirir gran relevancia para constructores y promotores. En este aspecto, el fideicomiso ha jugado y mantiene un importante rol como vehiculo para llevar a cabo proyectos de desarrollo inmobiliario, no solo por la versatilidad y seguridad que ofrece a las partes involucradas en el proyecto, sino también por los beneficios de tipo económicos que en materia tributaria, a través de este instrumento, se pueden alcanzar y que en esta entrega buscamos desarrollar, pues sin bien es cierto que el fideicomiso como patrimonio autónomo diferente del de sus constituyentes, de la fiduciaria y de sus beneficiarios, es considerado por nuestra ley, para efectos tributarios, como una sociedad con personalidad jurídica independiente, y por ello, sujeto pasivo de impuestos sometido a las normas de tributación ecuatorianas como cualquier sociedad o persona natural residente en el Ecuador, éste ha sido dotado de un régimen especial que solo aplica para esta figura.

En materia de Impuesto a la Renta por ejemplo, los resultados producidos por el fideicomiso pueden tributar de cualquiera de las siguientes dos maneras, una, a nivel del fideicomiso, siendo éste responsable de liquidar su impuesto, declararlo y pagarlo siguiendo las mismas normas establecidas para las sociedades en esta materia; o en su defecto, distribuyendo su resultado antes de impuesto a la renta a los beneficiarios del fideicomiso para que sean éstos quienes liquiden, declaren  y paguen el impuesto,   estando el fideicomiso simplemente obligado a la presentación de una declaración informativa al Servicio de Rentas Internas en la que hará constar la situación del fideicomiso sin que ésta resulte en impuesto a pagar alguno.

Lo anterior constituye sin lugar a dudas una ventaja que otras modalidades tradicionalmente utilizadas por la industria como lo son el consorcio o las asociaciones no contemplan, cual es, la posibilidad de que los promotores o inversionistas decidan a su conveniencia, desde donde desean asumir el impuesto a la renta.
Si es el caso que los beneficiarios del fideicomiso fueren personas naturales cuyo nivel de ingresos les permite tributar impuesto a la renta a una tarifa menor del 25%, a éstos les sería más interesante que los resultados del negocio no sean objeto de impuesto a nivel del fideicomiso para evitar que éstos tributen a una tarifa del 25% sino por el contrario, estén gravados con una tarifa menor. En tratándose de beneficiarios personas jurídicas, esta posibilidad de que el fideicomiso no pague impuestos por sus ingresos, significa que las personas jurídicas tributarán por los réditos provenientes del fideicomiso a la tarifa del 15% si es que decidieren acogerse al descuento del 10% por concepto de capitalización de utilidades.

Si los beneficiarios fueren extranjeros no residentes en el Ecuador, a ellos les convendrá que el fideicomiso sí tribute por sus ingresos para evitar que en la distribución se genere la retención del 25% por ingresos enviados al exterior a falta de tratado tributario que la reduzca.  De esta manera, los resultados del fideicomiso una vez que éste ha declarado y pagado el impuesto a la renta que corresponda sobre ellos, constituyen ingresos exentos para sus beneficiarios y por consiguiente estarán libres de retención alguna.

Por otro lado y en lo que respecta a los impuestos que gravan las transferencias de dominio de inmuebles como lo son, la Alcabala Municipal y el Impuesto a la Utilidad en la Venta de Inmuebles o Plusvalía, importante resulta notar que las transferencias de dominio a favor de un fideicomiso por ley están exentas de ellos, pues el aporte a la fiducia no se considera generador de riqueza sino mas bien, al decir de varios autores, se trata de un acto de confianza o un acto neutro en el que el ingrediente de onerosidad o gratuidad concebido como hecho generador de los antes mencionados impuestos, no existe. Lo anterior viabiliza que las transferencias de inmuebles a fideicomisos inmobiliarios, al no generar costos importantes calculados sobre la cuantía de ellas, sean registradas por éstos a su valor de mercado, lo cual, le permite al proyecto, costear su inventario con el componente del valor real de la tierra y tributar sobre su resultado, a diferencia de lo que ocurre en otros negocios instrumentados bajo figuras jurídicas distintas a la del fideicomiso, en donde la transferencia de dominio a valor de mercado, por sus costos, resulta prohibitiva, con el consiguiente efecto de que los resultados del negocio, calculados sobre un costo de tierra muy inferior a la realidad, estarán sujetos a una excesiva tributación. 

Todo beneficio tiene su costo, y en el caso del fideicomiso, éste está representado por los honorarios de la fiduciaria, su mantenimiento anual y los derivados del hecho que la administración del mismo está en manos de un tercero. Sin embargo, como dice el dicho “Paris bien vale una misa”, en definitiva, se estará al análisis de costo beneficio que en cada caso se deberá efectuar para determinar si los beneficios mencionados anteriormente como complemento de otras consideraciones en el campo estratégico, financiero y comercial, convierten al fideicomiso como la alternativa más adecuada para instrumentar un determinado negocio inmobiliario.


FIDEICOMISO INMOBILIARIO: UNA ESTRATEGIA SEGURA Y RENTABLE
PARA LLEVAR A CABO UN PROYECTO

Por : Ab. Marco Angelo Ottati S.

El negocio inmobiliario es una de las actividades económicas más importantes a escala mundial, ya que es uno de los puntales del crecimiento de la economía y de la generación de empleo, pero el emprendimiento de un proyecto inmobiliario conlleva grandes desafíos para sus actores. Frente a esta situación hay que buscar nuevas estrategias en las que confluyan los diversos intereses y necesidades que se presentan en el desarrollo del negocio. El fideicomiso inmobiliario es una de las mejores opciones a considerar.

Aunque en el Ecuador el negocio inmobiliario ha pasado por momentos difíciles debido a la crisis financiera y a la falta de confianza, en los últimos años ha tenido un repunte muy interesante. La pregunta más importante de responder es cuál es la manera segura y rentable de llevarlo a cabo, sea usted un promotor, un constructor, un inversionista, un propietario de tierras o un consumidor final.

Tradicionalmente en el Ecuador se han utilizado para el negocio inmobiliario, contratos de asociación y constitución de compañías.  En la actualidad en el mundo entero, los bancos, las grandes empresas y los gobiernos han elegido la figura del fideicomiso como nuevo instrumento para canalizar distintas alternativas de negocios e inversión. Éste es un mecanismo mediante el cual una persona natural o jurídica entrega bienes para constituir un patrimonio autónomo administrado por un fiduciario con el objetivo de cumplir la finalidad establecida en el contrato.  No obstante que éste puede tener diversos objetivos, en esta entrega nos ocuparemos únicamente del fideicomiso inmobiliario.

El fideicomiso inmobiliario es una opción transparente y segura para todas las partes comprendidas en este negocio, pues a través de cláusulas estrictas, estipuladas con anticipación, se pueden determinar todos los aspectos del proyecto incluyendo dónde y cómo se deben invertir los recursos, las condiciones para la construcción, los deberes y derechos de cada una de las partes, los contratos de obra, auditorias, comercialización, venta y asignación de utilidades, entre otros.

Otra razón por la cual la figura del fideicomiso resulta atractiva, es porque éste crea una excepción al concepto de patrimonio universal como garantía de obligaciones. En efecto, éste permite la creación de un patrimonio separado y distinto al de las partes involucradas tanto así que la quiebra de cualquiera de las partes no significa la quiebra del fideicomiso y los acreedores del fallido no tienen acción alguna contra el fideicomiso. Dicho de otro modo, cualquier contingencia o circunstancia ajena al negocio que pudiere afectar el patrimonio de cualquiera de los participantes del emprendimiento inmobiliario, no tiene incidencia alguna en la integridad patrimonial del fideicomiso. Todo lo invertido en el fideicomiso es de propiedad exclusiva del mismo, que es inembargable por Ley ni puede ser sujeto a ninguna medida precautelatoria o preventiva. Así, esta peculiaridad brinda tranquilidad a todos los actores dentro de un proyecto inmobiliario.

Este patrimonio autónomo que goza de personalidad jurídica propia, es representado y administrado por un fiduciario, que debe ser una Administradora de Fondos y Fideicomisos legalmente establecida en el país y actúa como un tercero imparcial encargado de la operación controlando la gestión del negocio y la distribución de las ganancias. Esta otra peculiaridad otorga transparencia e independencia entre promotores, inversionistas y beneficiarios, teniendo como fin principal que los aportes por ellos invertidos sean canalizados única y exclusivamente hacia la ejecución exitosa del proyecto, evitando de esa forma el desvío de los recursos para fines distintos a los ofrecidos.

Los proyectos inmobiliarios administrados por fideicomisos, se vuelven así atractivos para las instituciones del sistema financiero, en virtud de que bajo esta figura minimizan los riesgos del proyecto, reduciendo el riego crediticio. Esto permite conseguir no sólo recursos a una mejor tasa de financiación, sino que aumenta considerablemente la capacidad de endeudamiento del proyecto.

Otra de las ventajas importantes de constituir un fideicomiso para realizar proyectos inmobiliarios es el uso de la titularización, que consiste en emitir títulos valores respaldados por los bienes o derechos transferidos al fideicomiso para ser colocados y negociados en la bolsa de valores en oferta pública, incrementando su liquidez y disminuyendo la dependencia a las fuentes tradicionales de crédito.  En un medio como el nuestro, donde las disponibilidades de crédito son limitadas y donde además de los particulares dispuestos a invertir, ciertas instituciones del sector público están obligadas a participar en el mercado bursátil, la figura de la titularización en el fideicomiso inmobiliario se vuelve muy atractiva. Por ejemplo, el Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social, en lo que va del año hasta el mes de julio, ha invertido treinta y siete millones de dólares en compra de títulos de proyectos inmobiliarios.

En el caso del fideicomiso inmobiliario se encuentran sujetos a titularización todos los activos existentes en el proyecto y todos los derechos sobre los ingresos que se esperan que existan en el futuro, en consecuencia gran parte de sus necesidades financieras podrían ser captadas del mercado bursátil, hoy constreñido a papeles de renta fija emitidos por instituciones financieras públicas o privadas y el Estado, y ávido de nuevos instrumentos de inversión.

Concluimos diciendo que el fideicomiso inmobiliario constituye una herramienta creativa y eficaz para estructurar proyectos de desarrollo inmobiliario dentro de un especial marco de protección y seguridad jurídica para promotores, inversionistas y compradores, que los interesados deben analizar.



sábado, 15 de febrero de 2014

EDUCACIÓN UNIVERSITARIA AGROPECUARIA NO RINDE RESULTADOS. PARTE UNO



Cuando analizamos la educación agropecuaria universitaria ecuatoriana, debemos reconocer que las cifras permanecen en números rojos. Aunque muchos directivos afirmen que sus universidades mantienen altos estándares de rendimiento, que sus contenidos académicos son los ideales, que la excelencia académica es parte de la formación de los nuevos profesionales agropecuarios,  la realidad contrasta con esas percepciones.
Y hay una sola realidad. El sector agropecuario a pesar de las inmensas potencialidades que posee se mantiene en un estado de retraso. 
Y si las universidades se mantienen al margen de su responsabilidad sobre este hecho, difícilmente podrán trabajar en solucionar los altos niveles de pobreza y marginalidad en el sector rural. La autocrítica debe ser parte fundamental de este nuevo modelo educativo universitario agropecuario en el país.
Y porqué son responsables de la pobreza rural las universidades agropecuarias?
No es simple de explicar, pero intentaré hacerlo tomando en cuenta que soy un profesional agropecuario formado en Ecuador, y a quien le motiva un sincero sentimiento de cambio en el estilo de vida de millones de compatriotas del sector rural.

Veamos el perfil del profesional agropecuario que sale de las aulas universitarias: 

1. Profesionales cargados de una cantidad de conocimientos que le resultan inútiles en el campo: Existen materias que permanecen en sus contenidos invariables por varias décadas y que seguramente en otros países desaparecieron de la malla curricular hace rato. Deberían abrirse a más especializaciones profesionales durante los postgrados.
2. Profesionales inexpertos en la parte de trato con personas de campo: que desconocen los comportamientos radicalmente distintos de éstas, respecto a otros grupos sociales. Debe fortalecerse la parte de exposiciones orales y de práctica profesional, pero ya no solo en el aula, sino en el campo.
3. Profesionales ignorantes en temas financieros: No existe ninguna universidad agropecuaria que profundice los estudios respecto a las finanzas rurales. Se piensa que eso deben hacer los economistas o quizás alguna otra profesión. Pero en la realidad, cuando un economista llega a trabajar en el campo, llega a ostentar plazas de trabajo que están sobre la de los ingenieros agrónomos o de los veterinarios. Porqué no crear profesionales agropecuarios con estas destrezas?. Además, muchos profesionales agropecuarios se convierten en empleados de la banca, de ONG que manejan proyectos de microcrédito, o de ministerios que financian proyectos. Esta educación es fundamental que provenga de las aulas y no se "aprenda" en el ejercicio del trabajo.
4. Profesionales con perfiles de "jornales": Existe una formación que da como resultado profesionales agropecuarios que "buscan trabajar para otros" en lugar de generar empresa y contratar trabajadores.
5. Profesionales con perfiles de "capataces": En compensación al sistema de formación profesional descrita en el numeral anterior, muchos centros educativos han creado "capataces", es decir, personas que se deben convertir en vigilantes del cumplimiento de procesos, y han dejado de lado la formación de emprendedores que "creen procesos" para que otros ejecuten.
6. Profesionales que desconocen gestión empresarial: Cómo pueden salir a enseñar al campesino cómo se maneja una empresa, un crédito si ni ellos conocen el proceso?. Los profesionales saben cómo calcular los costos de producción, pero no saben cómo establecer un precio a sus productos, o cómo darle un verdadero valor agregado. Las universidades deberían crear fondos económicos en base a la gestión de sus alumnos. Los centros de estudios deberían crear equipos de trabajo entre los alumnos que les ayuden a estructurar propuestas a organismos de financiamiento distintos al Estado, y por supuesto que participen en la ejecución. En la actualidad son los docentes o las autoridades de la universidad o facultad, quienes buscan fondos para investigación, y en la mayoría de casos, es un gobierno (nacional o extranjero) el que gestiona estos recursos. Nunca se involucra a los estudiantes en esta búsqueda.
7. Profesionales individualistas: Pocas son las universidades agropecuarias que permiten la presentación de Tesis de Grado entre un grupo de estudiantes. Esto ha impedido que se unan talentos en las aulas en aras de construir empresas. Muchos profesionales tienen que salir de la universidad para aliarse con sus colegas para realizar un proyecto conjunto. 
8. Profesionales muy tecnicistas: La realidad agropecuaria rural tiene que ver con los campesinos que son seres humanos, a quienes debe vérselos como tales. Se debería fortalecer la práctica de valores humanos donde el profesional debe unir su talento al del campesino en miras de lograr otro tipo de desarrollo rural. No debe verse al campesino como un ser que no merece nuestro respeto y consideración. Son personas como cualquiera de nosotros, que simplemente no ha recibido la oportunidad debida. No son cifras, no son datos que calzan en un informe, son personas con anhelos y sueños como todos nosotros.
9. Profesionales que no saben administrar su tiempo: Durante la educación en las aulas, los estudiantes agropecuarios "mal aprenden" a desperdiciar su tiempo. En primera instancia, estudiando cosas que no aplicarán en toda su vida laboral. Luego no tienen un aprendizaje vivencial de lo que su carrera implica. Y cuando lo hacen, las horas de prácticas se cree deben enfocarse netamente a la parte de producción y no se da fuerza a la práctica de comerciar, establecer canales de comercialización, desarrollar sistemas de almacenamiento, etc.
10. Los profesionales agropecuarios no saben cómo aliarse a otras profesiones: El querer solucionar las cosas del campo solo bajo la perspectiva del profesional agropecuario es un grave problema, Se desconoce las capacidades y potencialidades que existen en otras carreras para su uso en el crecimiento rural. Si no se hacen investigaciones en grupo en la misma facultad, mucho menos se hacen con otras especialidades. Un ejemplo: se desea investigar la potencialidad medicinal de una planta de nuestra selva. En la actualidad, la investigación la hace solo un estudiante de la facultad de medicina o solo de agronomía. Porqué no pensar en una cooperación entre las dos facultades?.
11. Profesionales que no aprovechan la tecnología: Vinculado con el numeral anterior es notorio el hecho que todas ciencias de aplicación humana aprovechan el inmenso caudal de posibilidades que las nuevas tecnologías generan. Pero no existe, que yo conozca, una universidad que haya creado una materia que desarrolle usos alternativos a la tecnología aplicada a la formación profesional agropecuaria y mucho menos de uso pensado hacia los campesinos.